RITOS INICIALES

Reunida la comunidad, puede entonarse un canto adecuado, terminado el cual, el ministro dice:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Todos se santiguan y responden:

Amén.

Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, saluda a los presentes, diciendo:

El Señor, que es el camino, y la verdad, y la vida, esté con todos vosotros.

U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la Sagrada Escritura.

Todos responden:

Y con tu espíritu.

O de otro modo adecuado.

Si el ministro es laico, saluda a los presentes, diciendo:

Bendigamos concordes a Jesucristo, el Señor, que es el camino, y la verdad, y la vida.

Todos responden:

Amén.

El ministro dispone a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u otras semejantes:

Cristo, el Hijo de Dios, vino al mundo para reunir a los dispersos. Por consiguiente, todo aquello que contribuye a que los hombres se unan entre sí es conforme a los designios de Dios, ya que la construcción de nuevas vías de comunicación y el progreso técnico en los transportes acortan las distancias existentes y suprimen la separación que existe entre los pueblos a causa de las montañas o los mares. Pidamos al Señor que bendiga a los que han trabajado en la construcción de esta obra (este medio de transporte) y proteja con su ayuda a los usuarios.

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

Luego el lector, uno de los presentes o el mismo celebrante, lee un texto de la Sagrada Escritura, elegido de manera que esté relacionado con las circunstancias concretas del caso.Jn 14, 6-7: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida

Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Juan.

Dijo Jesús a sus discípulos:
—«Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.»

Palabra del Señor.

PRECES

Si se estima oportuno, antes de la oración de bendición puede hacerse la plegaria común. Entre las invocaciones que aquí se proponen, el ministro puede seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con las circunstancias del momento.

Unamos nuestras voces para invocar humildemente a Jesucristo, el Señor, que es el camino que nos conduce a la patria definitiva.

R. Guía, Señor, nuestros pasos por tu camino.

Jesús, Señor, que al hacerte hombre has querido convivir con los hombres,
-concédenos, con el apoyo de tu presencia constante, caminar felizmente por la senda de tu amor. R.

Jesús, Señor, que recorrías las poblaciones anunciando tu Evangelio y curando a los enfermos, -continúa transitando por nuestras plazas y calles y confórtanos con tu misericordia. R.

Jesús, Señor, que te presentaste a los discípulos cuando navegaban por el mar y los libraste del peligro, -asístenos siempre en las tempestades de este mundo. R.

Jesús, Señor, que te hiciste compañero de camino de tus discípulos,
-bendice nuestros pasos e inflama nuestro corazón con tu palabra. R.

Jesús, Señor, que al subir al cielo nos abriste camino a nosotros,
-ampáranos durante nuestra peregrinación en la tierra, hasta que lleguemos al hogar que tu Padre nos tiene preparado. R.

Jesús, Señor, que nos encomendaste como hijos a María, tu madre,
—danos, por su intercesión, seguridad en nuestros viajes, para que un día podamos contemplarte y alegrarnos contigo para siempre. R.

Sigue la oración de bendición, como se indica más adelante.

737. Cuando no se dicen las preces, antes de la oración de bendición el ministro dice:

Oremos.

Y, según las circunstancias, todos oran durante algún tiempo en silencio.

Luego dice la oración de bendición.

ORACIÓN DE BENDICIÓN

El ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, si es laico, con las manos juntas, dice la oración de bendición:

Bendición de un coche o moto

Dios todopoderoso, creador del cielo y la tierra, que, en tu gran sabiduría, encomendaste al hombre hacer cosas grandes y bellas, te pedimos por los que usen este vehículo: que recorran su camino con precaución y seguridad, eviten toda imprudencia peligrosa para los otros, y, tanto si viajan por placer o por necesidad, experimenten siempre la compañía de Cristo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos.
R. Amén.

Bendición de una barca

Atiende, Señor, nuestras súplicas, con las que imploramos tu clemencia, para que alejes de esta barca todo vendaval adverso y domines con tu poder la turbulencia de las olas; así, los que en ella naveguen, salvaguardados con tu protección, podrán ver realizados sus deseos y llegar salvos al puerto anhelado. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

Después de la oración de bendición, según las circunstancias, el ministro rocía con agua bendita los locales, los vehículos y a los asistentes, mientras se entona un canto adecuado.

CONCLUSIÓN DEL RITO

El ministro, si es sacerdote o diácono, concluye el rito, diciendo:

El Señor os guíe en vuestros desplazamientos, para que hagáis en paz vuestro camino y lleguéis a la vida eterna.

R. Amén.

Luego dice:

Y la bendición de Dios todopoderoso,

Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.

R. Amén.

Si es laico, el ministro, invocando la bendición de Dios y santiguándose, dice: 

El Señor nos guíe en nuestros desplazamientos, para que hagamos en paz nuestro camino y lleguemos a la vida eterna.

R. Amén.


RITO BREVE

El ministros al comenzar la bendición dice:

Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

Todos responden:

Que hizo el cielo y la tierra.

Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un breve texto de la Sagrada Escritura, por ejemplo:

Jn 14, 6: Dijo Jesús: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí.»

Mt 22, 37a. 39b-40: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Estos dos mandamientos sostienen la ley entera y los profetas.

Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, si es laico, con las manos juntas, dice la oración de bendición:

Oremos.
Dios todopoderoso, creador del cielo y la tierra, que, en tu gran sabiduría, encomendaste al hombre hacer cosas grandes y bellas, te pedimos por los que usen este vehículo: que recorran su camino con precaución y seguridad, eviten toda imprudencia peligrosa para los otros, y, tanto si viajan por placer o por necesidad, experimenten siempre la compañía de Cristo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos.
R. Amén.

O bien, para una barca:
Atiende, Señor, nuestras súplicas, con las que imploramos tu clemencia, para que alejes de esta barca todo vendaval adverso y domines con tu poder la turbulencia de las olas; así, los que en ella naveguen, salvaguardados con tu protección, podrán ver realizados sus deseos y llegar salvos al puerto anhelado. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

Según las circunstancias, el ministro rocía con agua bendita a los presentes y el vehículo.